miércoles, 18 de junio de 2008

Mario Vargas Llosa en New York

Hace unos días leí un artículo de Mario Vargas Llosa acerca de su estadía en New York. El artículo señala perfectamente lo rica que es la Gran Manzana en cuanto a oferta cultural. Como él mismo dice NYC se ha convertido en este tiempo en lo que fue París para muchas generaciones anteriores: el lugar donde los jóvenes artistas y creadores quieren llegar. Pero lo mas interesante del artículo es como termina. Mejor dejemos que el maestro lo diga en sus propias palabras:

"...he pasado dos meses intensos y exaltantes en esta efervescente ciudad.Vivía en los alrededores de Union Square, un barrio muy simpático y animado, donde incluso encontré cafés a la europea donde podía ir a leer el periódico y a garabatear unas notas tomando un cortado. Y donde se halla Strand, la librería de compraventa de libros antiguos más grande del mundo. Vi exposiciones magníficas y algunas obras de teatro- una de Beckett, con John Turturro, sobre todo-espléndidamente montadas. Y películas, muchas películas, aprovechando el festival de Tribeca, que trae a New York en el curso de diez días largometrajes de todo el planeta.Y, sin embargo, siempre tuve la sensación de que a esta maravillosa ciudad le faltaba algo para sentirme totalmente en casa. ¿Qué cosa?Vejez, historia, tradición, antigüedad. Eso que es el alma secreta de cualquier ciudad europea y hasta de la aldea más desamparada e ínfima, esa invisible presencia que establece un vínculo entre hoy y ayer, esos siglos de aventuras, guerras, proezas artísticas y conmociones históricas,religiosas y culturales, de los que ha resultado la civilización en la que vivimos. En New York todo es tan reciente que da la sensación de que el pasado nunca existió, que la vida solo es futuro en trance de hacerse. Será que ya no soy joven, pero esa sensación de que no hay vida detrás, que toda ella está solo por delante, me produce cierta angustia y una sensación de soledad."

Creo que MVLL tiene mucha razón, en NYC hay muchas identidades y al mismo tiempo ninguna. A pesar del mar de personas que caminan por sus calles diariamente se puede sentir una ausencia , un vacio que te impide sentirte como en casa. Diría que los neoyorkinos forman una , paradojicamente, multitud solitaria. Sobretodo los migrantes, tenemos una historia detrás, a veces triste o alegre,pero tenemos un pasado que nos liga a un lugar. Aquello que nos hace ser como somos. Aquello que nos identifica. No se trata de exaltar patriotismos. Se trata de aquellas historias que nos forman como personas, que pasan en nuestra niñez o adolescencia, que algunas veces pasan desapercibidas para la razón pero el inconsciente las capta. En NYC buscamos un futuro muchas veces tratando de olvidar nuestro pasado, pues allá no importa.

(*)El artículo de MVLL salió publicado en El Comercio, el 15 de Junio del 2008 en la pagina A4.

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